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Digo la cordillera

Digo la cordillera

Carlos Gómez Centurión

Del 17 de Julio al 12 de Agosto de 2012 - Inaugura: 19hs  - Entrada: libre y gratuita

 
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Digo la cordillera

 

Sin saber que eran artistas, los pintores viajeros del siglo XIX descubrían a los ojos curiosos y ansiosos de exotismo, paisajes ignotos y maravillosos. Muchos años más tarde, luego de las vanguardias europeas, el expresionismo y todos los neos que tuvieron lugar en el siglo XX, Carlos Gómez Centurión emprende sus expediciones, sabiéndose artista y reconociendo la potencia que habita en las creaciones colectivas y multidisciplinarias.

 

Las pinturas y dibujos de Gómez Centurión y el acto de colocar el atril frente a glaciares, salares y montañas, no es un simple gesto impresionista. Acompañado por un semiólogo, un ingeniero en minas, un poeta, un sonidista y un cineasta en las primeras expediciones al cerro Mercedario, y por el curador de la exposición y el semiólogo en las últimas dos expediciones a la Puna, yungas y al sur, el arte en todas sus manifestaciones le permitió reunir diversas dimensiones de la experiencia en la cordillera para ofrecer una visión particular que se sintetiza en sus abstracciones y recortes.

 

Es muy grato para mí el poder recibir en el Palais de Glace a un artista como Carlos Gómez Centurión, quien supo reunir en la misma experiencia una tradición tan fascinante y romántica, como lo fue la de Rugendas y tantos otros en el siglo XIX, con las nuevas tendencias y disciplinas de nuestro tiempo.
 

 

Oscar Smoje
Director Palacio Nacional de las Artes
Secretaría de Cultura - Presidencia de la Nación

 

De artistas, cerros y viajeros


¿Qué y cuánto se muestra en esta muestra? ¿Por qué tanto empeño por subir a los cerros, por recorrerlos? La primera aproximación para tratar de esbozar una respuesta –suponiendo que existe- es la relación de Carlos Gómez Centurión con la cordillera, la motivación para pintarla, el impulso, la necesidad, que por momentos se convierte en una confrontación, en otros en un diálogo, y en ocasiones en la aceptación de que es la cordillera la que ordena y que él solo termina siendo un instrumento de ella.

 

De cualquier forma, se trata de un encuentro.
¿Por qué un artista invita a otros a compartir esa experiencia? ¿Es la necesidad de una compañía? ¿De tratar de entender cómo otros p odrían abordarla? O es una operación fundante del propio artista, quien asume que el acto es la obra, una aventura con mucho de épica. Y acaso lo que termina mostrándose son solo retazos de algo que ni siquiera se busca representar.

 

Pero el viaje y el encuentro conllevan otras operaciones. La referencia a la historia está presente, seguramente porque es inevitable retomar el camino de los pintores viajeros, y la fisionomía resuena (esa creencia de que el artista puede decir algo que no puede registrar una cámara).
Un misterio. Es como que todos sabemos que eso sucede pero no tiene explicación. ¿Acaso se puede captar el espíritu de la montaña? ¿Se podría retomar la idea del aura y suponer que se podría registrar de alguna forma?
Hay una sospecha de que los que hicieron ese camino antes saben algo más que nunca revelaron.

 

La idea romántica invade y aparece continuamente. Porque la obra no es un viaje que concluyó sino una pregunta que transcurre a lo largo del viaje, de tantos años, de muchas geografías.
Pero aunque quisiéramos es imposible mostrarlo todo. La cordillera es inmensa, hay que realizar esfuerzos inconmensurables y poco se puede cambiar, al parecer. La vulnerabilidad flota en el aire, en todos los sentidos.
Y el arte, siempre; la permanente pregunta, esa operación donde la obra ya no persigue la mímesis sino que habla de ella misma. Donde cada pintura incluso llega a negar el referente o, al menos, se desliza en la incertidumbre acerca de la posibilidad de representar la cordillera.

 

Ese es el otro mundo que se abre, el de las energías, los colores, las sensaciones, las formas, los olores, que quedan guardados en algún lugar (como impregnando la memoria, pero no necesariamente la retina) y que comienzan a pelear por aparecer en las tela s.
A veces los cielos y las aguas se revuelven y se confunden con la cordillera, en otros casos la roca o la selva pasan a ser protagonistas, o la sal lo impregna todo.
En definitiva: irrupciones del artista.

 

Fernando Farina

ARTISTAS PARTICIPANTES

 
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