El sábado que pasó “Apariciones” hizo pie en las calles de Boedo para conversar con Lucas Marín, artista plástico , fotógrafo y dueño del espacio de arte, que concibió en medio de un paisaje cuasi bucólico, de enrredaredas, glicinas y verdes canteros bien sembrados. El está interesado en las raíces y en el espacio de su barrio, y concibe el arte como un acuerdo de encuentros entre diversas disciplinas, que combinan una forma de expresión capaz de dar en la tecla del pasado nacional y urbano, y con todas las consecuencias que conducen a un artista a madurar las brevas del arte contemporáneo.
“Hace cuatro años -narra- decidí interpretar el espacio de arte que llamo Mapa líquido, y donde teóricos y artistas entre 25 y 40 años sean los artífices de bajar el saber a un plano cotidiano, en un clima de red alternativa y entre distintas disciplinas: poesía, reflección, pintura, objetos, fotografía, video e imagen escénica. Hay un grupo de artistas con los que trabajamos pero siempre incorporamos nuevos proyectos, que tienden a formar cruces entre artistas y diálogos entre discursos provenientes de campos diferentes”.
La propuesta tiene, además de paredes en planta baja y subsuelo, una mesa de cuadernos y ediciones de autor y trastienda de cuadros en el primer piso. Pero lo más importante es el espacio a intervenir la realidad desde una hipótesis: establecer una mirada contemporánea del arte, dentro de un clima conceptual temporal sustantivo, en continuo movimiento de los límites precisos de la acción artística.
El resultado es llamativo. Luego de recorrer la propuesta de la galería y lejos de establecerse un discurso abstracto hay algo que hace que uno -que sólo fue por un momento a conocerla- sienta ganas de quedarse. Mapa Líquido o la añeja y arbolada esquina de Las Casas 4.100 tiene luz y sombra propia. Está al margen de la codicia efectista que ilumina “lo nuevo” y actual del mercado del arte en Buenos aires. En este clima vale la pena estar un rato más.
Hasta el 26 de setiembre se pueden ver las pinturas de Daniel Callori, Juan Giribaldi y Gilda Picabea, con curaduría del dueño de casa, y el 2 de Octubre suben a escena una serie de performances y acciones breves , dentro del ciclo “Cero vacío” y donde varios autores van a usar el espacio “en vivo” (sin obra montada), fuera de los límites de un arte idealista, pensando y haciendo una nueva realidad artística, con vínculos en: poesía, danza, artes visuales, proyecciones, texto en acto, imágenes o link de video.
Lucas va a sorprender en el 2010. Prepara (así no más), “Barrio”: “con textos de escritores y poetas de acá -dice- todo, dentro de un contexto histórico, estético y como ya dije, literario. Va a ser algo muy cercano a nuestras raíces culturales y al arraigo que tantos artistas jóvenes, de nuestra generación y por supuesto, de las anteriores tenemos en Boedo”.
Luego de la charla y del café regresamos a casa, con la sensación de que el arte tiene que ver con la sinceridad del deseo cumplido. Entonces, lo hecho cobra sentido. Lleva su tiempo. “Es como hacer el pan -agrega al final Lucas Marín- primero hay que partir de una buena harina, y una masa que a su tiempo debe levar; luego viene la horneada. Sólo así lo que hago tiene sentido”.