No se trata en esta exposición –si es legítimo comenzar una presentación con una frase negativa- de señalar las influencias y características comunes de la pintura de los tres países reunidos: Argentina, Colombia y México. En esta exposición, simplemente, se ha seleccionado pintura figurativa de tres colecciones Sura México, Sura Colombia y Colección Fortabat para desplegarlas en un espacio común. La relación que pueda establecerse entre una y otra obra, un artista con otro, responde a una temporalidad común, a intereses que no se han indagado, o al azar de que estas obras integren estas colecciones con su propio devenir institucional. Una nota previa: no se han incluido paisajes. Es probable que en otra ocasión se exhiban, pero ahora la naturaleza de tan presente no se muestra.
Es decir: no hay tesis, no se trata de probar nada y ningún argumento poderoso curatorial obliga a mirar las pinturas reunidas desde su fuerza discursiva. Si apelamos –los tres colegas que disfrutamos eligiendo las obras sin más pretensiones curatoriales que disponerlas en el espacio con afinidades subjetivas- a un espectador atento a las particularidades de cada una de ellas. A recuperar el placer de mirar pintura por solo el acto de hacerlo.
Desde ya, el espectador se encontrara con distintas vertientes de lo moderno –la conciencia de desarrollarse apartándose de las tradiciones, hacia un distante progreso que se siente inmediato, o de renovar esas mismas tradiciones como auxilio a la invención de identidades nacionales, de saberse nacionales y, a la par, cosmopolitas- y, desde ya, el tránsito hacia lo contemporáneo de una pintura que interpela al pasado como cita. Probablemente reconocerá a los grandes nombres de la historia del arte en América Latina y otros que, tal vez, será la primera vez con que se encuentra porque sus obras no han circulado tanto fuera de sus fronteras nacionales.
Hemos consideramos distintos niveles de lectura, en cierta forma secuenciales, en el recorrido de ese viejo oficio, tan antiguo, de la pintura erudita. Pintura de iconografía elaborada, de saber técnico de los géneros pictóricos, de su aprendizaje riguroso y, en algunos casos, de su disolución contemporánea.
Si hay una apuesta en esta exposición es la afirmación circunstancial, el estimular la capacidad receptiva de aceptar la ilusión que plantea cada artista, sus visiones del mundo en un determinado instante de sus vidas. Por ello, en muchos casos las obras elegidas no son las inmediatamente asociadas a su nombre, responden más al desorden del deseo que al cumplimiento del programa.
Reunir obras de México, Colombia y Argentina es también anular los congelados relatos de las historias nacionales, para proponer pequeñas historias individuales –cada una de las pinturas- y a la vez regionales –la exposición como totalidad-.No hay una trama común, solo vivencias de un tiempo compartido.
Al fin de cuentas, el arte se encuentra más allá de los significados comunes y de nuestro esfuerzo por develarlos.