Yaganes y Gobernador Paz - Ushuaia
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Las obras de Olga Autunno son el resultado de una manera de aludir, señalar y significar lo aislado, silenciado y olvidado.
Las huellas de una escena
Sólo cuenta la intensidad. / Georges Bataille
Es notorio que vivimos en la civilización de la imagen, la información y el simulacro, fenómenos globales donde los hechos reales o ficticios son aumentados, repetidos y difundidos una y otra vez. En este torbellino mediatizado todo o casi todo se evapora al instante. Así, en este contexto, dificilmente podemos discernir el límite entre realidad y ficción. Sabemos, por ejemplo, que el documento fotográfico (o videográfico) nunca es una imagen verídica de la “realidad real”, sino el resultado de una percepción y manipulación del mundo visible desde el ojo de la cámara. Hay obras de artistas contemporáneos, como las de Olga Autunno, que interrumpen la orientación y la velocidad de ese flujo: permiten que aparezca, ante el espectador, la lentitud de la contemplación, la interpretación y la reflexión.
Con economía de medios y un encuadre exacto, sus imágenes, sucitan efectos estéticos y éticos que se imponen al espectador: interrumpen su pasividad y le hacen cambiar su mirada. Sus fotografías son huellas de una escena: el primer plano de la devastación anímica en el rostro de una mujer angustiada que se esfuerza en romper su silencio, una y otra vez. Esta reiteración de su situación no significa, en la imagen, un recurso retórico sino una exigencia de concentración e intensidad.
Debemos prestar atención a la escena fotografiada. Los músculos faciales del rostro de la mujer muestran tensión y miedo, inseguridad y dolor. Es más, muestran una suerte de obstrucción entre “la forma y la función”, como si la boca de la víctima se negara a cumplir la necesidad expresiva de emitir sonidos. Para nuestra sociedad del espectáculo permanente, la escena re-presenta una situación existencial extrema que debe ser descartada: lo que no es presentable ante nuestros ojos debe ser aislado, silenciado y olvidado.
Las obras de Olga Autunno son el resultado de una manera de aludir, señalar y significar lo aislado, silenciado y olvidado. Son fotografías que se muestran como fotografías. Esto es, revelan su propia presencia enigmática, paradojal e intraducible: son imágenes bidimensionales y fijas de una excavación en la zona menos visible de lo que llamamos realidad.
Horacio Zabala
Buenos Aires, junio de 2012
Cuerpo, paisaje, huellas y mapas son las grandes metáforas y los grandes protagonistas en estas obras. Cada combinación dispara diversos mensajes y senderos que transitar, pero hay cierta constante que no desaparece jamás: las huellas que dejan marcas y que nos reavivan la memoria. El cuerpo como objeto recordado y sujeto que recuerda.
En Huellas de una escena se expone la fusión entre naturaleza y humanidad mediante estas fotografías y técnicas mixtas que descubren la presencia del cuerpo a través de su ausencia como tal, pero con su huella en el paisaje, o ese paisaje que deja su huella en la memoria del cuerpo, a los que podemos ver cuando ese cierre relámpago se baja. Esos cierres que abren, nos invitan a hacer una introspección, a conocernos y reconocernos no más como individuos y naturaleza por separado, sino como un todo.
Olga Autunno Marzo 2013