Todo cambia, y lo que es ahora dejará de serlo para convertirse en otra cosa: así, lo que somos es en realidad, lo que vamos siendo. El canoero lleva en este viaje algunas rosas, una mujer es acompañada en su actividad por un mar de amapolas, un ave detiene su vuelo sobre un auto abandonado.
Plena de símbolos, la pintura de Darío Zana pareciera querer decirnos algo, quizás darnos algunas pistas para que ese viaje suceda, o simplemente celebrar el hecho de que la vida, como un ancho río siempre en movimiento, encuentra final y constantemente su camino.