Guido Minerbi

Acerca de Guido Minerbi

Nació en Buenos Aires. Estudió en la Universidad de Washington de Seattle, EE.UU. (B.A. en Periodismo y M.A. en Comunicaciones).Vivió en EE.UU. e Italia. Es artista plástico y expuso en Argentina, Bélgica e Italia. Fue coordinador de Fundación Gillette, miembro del Consejo Directivo de la Fundación Cinemateca Argentina, secretario general del XI Congreso de la Federación Mundial de Asociaciones de Amigos de los Museos y Chairman de la IPRN (International Public Relations Network). Es Director General de la consultora Minerbi/Silveira Comunicación Corporativa.

Museum of Old and New Art

Cerca de Hobart, en Tasmania, hay un flamante museo privado subterráneo que encierra sorpresas insospechadas. Es el MONA (Museum of Old and New Art = Museo de Arte Viejo y Nuevo)

Ubiquémonos en el mapa para confirmar en qué parte del mundo nos encontramos. Estamos no lejos de Hobart, la capital de Tasmania, isla con forma de triángulo cabeza abajo, al sur de la isla grande de Australia, que en realidad es todo un continente. Tasmania es el más pequeño de los estados que componen Australia y Hobart se encuentra prácticamente sobre el emblemático paralelo 42, el mismo que atraviesa la Patagonia entre Chubut y Río Negro. Una vez en Hobart, subamos a un confortable catamarán muy parecido a los Sea-Cats que unen Argentina con Uruguay por el Río de la Plata. Éstos también fueron construidos en Tasmania, precisamente. En unos 45 minutos de viaje por el pintoresco Río Derwent lleguemos al final del recorrido, al muelle de Moorilla Estate, una importante y moderna bodega que no solo elabora vinos muy finos y excelentes cervezas, sino que cuenta con un refinado restaurante -“THE SOURCE”- con chef parisino y todo. Trepemos por una impactante (y empinada) escalinata hasta llegar a la entrada del museo, insólitamente enfrentada a una cancha de tenis de polvo de ladrillo y a una escultura reticular de acero en tamaño real -del belga Wim Delvoye- que representa un gigantesco camión hormigonero. El vasto complejo fue excavado en la arenisca amarillenta que se remonta al Triásico y bordea buena parte del curso del Derwent. Pesadas maquinarias tallaron la roca hasta una profundidad de 17 metros. El nombre de la bodega -Moorilla- no podría haber sido más adecuado. En un dialecto aborigen local, “moorilla” significa “piedra al lado del agua”.

El ingreso del MONA se encuentra en la planta baja y el museo se desarrolla en varios niveles bajo tierra por lo cual, salvo en el nivel de la entrada, no tiene ventana alguna. Sus paredes son ciclópicos muros de piedra viva, áspera, casi ocre, conmovedora como la roca de una cueva cortada a hachazos. Este particular emplazamiento cumple con la idea inicial de David, quien afirma:

Son estas mismas paredes las que sirven de marco para una impactante exhibición que contrapone arte del Egipto de los faraones y otras culturas antiguas con obras de absoluta vanguardia de un gran número de países, estilos y artistas. De esa convivencia y oposición dinámica entre lo más antiguo y lo más orientado al futuro, el visitante puede extraer sus propias conclusiones. Puede dejarse llevar hacia delante o hacia atrás en el tiempo, al contemplar una antigua imagen, estatuilla o medalla rescatadas del pasado, o bien una obra sin título, ejemplar del “arte povera” del griego Jannis Kounellis, o la inquietante “Cloaca Professional” -obra del mismo Wim Delvoye- “alimentada” por las mañanas, que “digiere” y luego “defeca” día tras día con apabullante, cronométrica puntualidad. Desnudos inquietantes, que parecen haber sido mutilados por Jack el Destripador, se acompañan con una pared donde se sucede una serie interminable de calcos de vaginas en porcelana, no lejos de una enorme cabeza yaciente de metal, en cuyo interior se puede espiar para conocer el contenido de su “cerebro”. El dueño y “deus ex machina” del MONA tampoco se queda atrás con sus afirmaciones personales de alto impacto. El catálogo de la muestra MONANISM que visitamos en noviembre pasado exhibe en sus últimas páginas un insólito retrato de “David” (que así lo llaman todos con gran deferencia y admiración), fotografiado –sentado- por el talentoso fotógrafo neoyorquino Andrés Serrano. David viste únicamente sus pesados lentes, que le sirven para devolver la mirada del público que observa absorto el foto retrato del bodeguero-mecenas “con todo a la vista”. No es para nada caprichosa la elección de las obras, que encuentran un lógico correlato en el logotipo del MONA, un signo “por” y un signo “más”. A poco de pensarlo, uno cae en la cuenta de que el “más” es una cruz que remite a la muerte. A su vez, el “por” no deja de ser una “x”, irremediablemente presente, tanto en inglés como en castellano, en las palabras “sex” y “sexo”. Así, en el MONA conviven el arte antiguo, momias, sarcófagos, adornos, cántaros y objetos de miles de años de antigüedad, con un arte que mira hacia adelante en el que la muerte está contrapuesta a la vida y, fundamentalmente, al sexo. El edificio del museo, en buena parte una gigantesca caverna artificial, es de por sí una admirable obra de arte, que no interfiere con las obras allí exhibidas y quien las observa. La misma estructura subterránea, despojada de “distracciones”, invita a sumergirse en lo más profundo y captar el mensaje de la tensión que establece el contrapunto de las obras que alberga.

Un museo de estas características no se encuentra todos los días y ciertamente sorprende en el contexto de una bodega de alta gama, emplazada en una isla pequeña que, en su limitada extensión, parece resumir detalladamente los trazos esenciales de un país-continente tres veces más grande que la Argentina, con una población total que no alcanza prácticamente a la mitad de la nuestra.

Tasmania es una meta turística muy requerida por los propios australianos, sus vecinos neocelandeses y todos aquellos que persiguen experiencias diferentes. Tassie, como la llaman allá con evidente cariño, cuenta con una naturaleza increíble, un manto verde de milenarios bosques pluviales, decenas de pueblos mineros encantadores, antiguos presidios convertidos en museos al aire libre, flora y fauna únicas, tan solo 400.000 habitantes, dinámicos, cálidos y emprendedores, que no han olvidado su espíritu pionero. Algo como uno esperaría hallar en un mítico, alejado Lejano Oeste. Hoy, gracias a “David” y a su niña mimada, el MONA, Tassie tiene un motivo más de atracción que, de hecho, en su primer año de vida, han visitado más de 530.000 amantes del arte, ingresando por la gran puerta de marco plateado y brillante que los espeja, deformando sus imágenes como para prepararlos y plasmarlos para la experiencia que están a punto de vivir en sus entrañas de roca tallada.

MONA: el museo visto de noche, desde el río Derwent - foto Brett Boardman - gentileza MONA

MONA: vista diurna del museo a orillas del río Derwent - foto MONA/Leigh Carmichael, gentileza MONA

Escalinata de acceso al museo - foto: Carmen Silveira

"Camión de Cemento" obra de Wim Delvoye (Bélgica) acero cortado con láser - foto MONA/Remi Chauvin, gentileza MONA

La entrada espejada al museo - foto Carmen Silveira

El interior del museo subterráneo excavado en la arenisca - foto Brett Boardman , gentileza MONA

"Bit Fall" (Cascada de Bits) obra de Julius Popp (Alemania). "Palabras Iluminadas" parecen descender por hilos de agua - foto Brett Boardman, gentileza MONA

En el primer nivel subterráneo una pasarela de metal y vidrio - foto Brett Boardman, gentileza MONA

Frente: "Ataúd" (1550 AC), fondo: "Grandes acciones contra los muertos" obra de Jake y Dinos Chapman (Inglaterra) - foto MONA/ Remi Chauvin, gentileza MONA

"Cloaca Professional" obra de Wim Delvoye (Bélgica) - foto Brett Boardman, gentileza MONA

"Vaginas... y otras conversaciones" obra de Greg Taylor (Australia) y amigos, 150 esculturas de vaginas en tamaño natural - foto Brett Boardman, gentileza MONA

"Artefacto" obra de Gregory Barsamian (EEUU) - foto Brett Boardman, gentileza MONA

"Sin título" obra de Taiyo Kimura (Japón) - foto Brett Boardman, gentileza MONA

"Auto gordo" obra de Erwin Wurm (Austria) - foto Brett Boardman, gentileza MONA

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