El futuro ya llegó

Con obras de medio centenar de artistas de todo el mundo, la segunda edición de la Bienal de Montevideo pone el foco en el futuro como gran relato del arte.

POR MARINA OYBIN

 

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Gran Hall – Banco República 

Deslumbrado, después de cruzar la escalinata del Banco de la República Oriental del Uruguay (BROU) flanqueada por magníficas columnas jónicas, uno se topa con el gran mural “Paisaje”, de Eduardo Stupía. Con una composición jugada, la instalación, de ocho telas de casi cuatro metros de alto por once de largo, se incluye perfectamente en la imponente sala marmórea de cinco mil metros cuadrados y cuarenta de alto. Estamos en la segunda Bienal de Montevideo, titulada 500 años de futuro.

El irónico título sugiere “que en todos los momentos de la historia el presente siempre ha sido también una proyección hacia el futuro. Quizás el pasado y el presente no sean otra cosa que una acumulación de futuros imaginarios que entre tanto llegaron a tener 500 años y se encuentran divididos en dos mitades, porque en Sudamérica siempre se tuvo en consideración o incluso se vivió la historia de Europa”, dice Alfons Hug, curador de la bienal.

La segunda edición de la Bienal de Montevideo, ocupa cuatro espacios históricos de la Ciudad Vieja con obras de medio centenar de artistas de todo el mundo. La sede principal es la ex casa central del BROU. Completan el recorrido el Anexo del banco, la iglesia San Francisco de Asís, de 1840, y una sala del elegante Museo de Artes Decorativas (Palacio Taranco). La bienal cuenta con curaduría de Alfons Hug y co-curaduría de Santiago Tavella. La organización estuvo al frente de Laetitia d’Arenberg, Jorge Srur y Graciela Rompani.

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Iglesia San Francisco de Asís.

“Errante”, la instalación de Rita Fischer, avanza con hojas secas y otras verde cerúleo en loca enredadera por una gran estructura hasta rozar las monumentales columnas. El humo se eyecta detrás de las antiguas ventanillas del banco: una bella y efímera intervención de la artista uruguaya Lucía Pittaluga. Por momentos, la humareda copa la sala. Cerca, el color fulgurante del gran mural “My private downtown” del artista alemán Franz Ackermann.

En el BROU no faltan los videos. Con el artista conceptual Luis Camnitzer como presidente del jurado, “Miss Education” (2013-2014) es una intervención artística que buscó cuestionar los conceptos de arte y educación dentro del concurso Miss Panamá, muy popular en el país.

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Anexo Veltroni-Banco República  

 

Hay dos obras claves. “Standard Time” es una inolvidable instalación performática del artista alemán Mark Formanek. Protegidos con cascos y subidos a escaleras, unos treinta jóvenes se alternan para dar la hora minuto a minuto: colocan tablas de madera en  altos andamios de hierro. “A pesar de que los trabajadores hacen esfuerzos denodados por construir cada minuto, están constantemente al borde del fracaso”, dice Formanek. Uno nunca se hubiera imaginado trabajo tan alienado e inútil: después de unos minutos ante la instalación, la representación temporal deviene banal, forzada. Esos hombres que trataron con esmero de plasmar el tiempo, sólo lo perdieron.

Se escucha el sonido del reloj más antiguo de América, construido hace mil años por los moros para la Alambra y que aún funciona: una grabación realizada por los artistas Adán Vallecillo y Leonardo González, de Honduras. En 1650 el Rey Felipe III lo donó a la Catedral de Comayagua (Honduras). El sonido del antiguo reloj palpitando cerca del  “Standard Time” evidencia que el arte es una verdadera máquina del tiempo. “Una de las paradojas del arte es la inesperada cercanía entre los más antiguo y lo más nuevo”, escribe Hug.

El juego de ilusionismo de la gran instalación “Edificio Montevideo”, de Leandro Erlich, es un imán: los espectadores no paran de posar y sacarse fotos. Otras versiones de esta obra se vieron en Tokio, París y Buenos Aires.

En el banco se ha conservado una obra de la primera edición, que también contó con la curaduría de Hug: “El gabinete de las máquinas del Capital”, del artista norteamericano Mark Dion, experto en el trabajo con archivos. Con billetes antiguos, monedas, balanzas, anuarios, cofres, relojes y muebles pertenecientes al acervo del banco, clasificados de modo preciso, con orden impersonal como regido por parámetros burocrático-administrativos, creó una obra que condensa la historia del banco.

En la Iglesia se reviven lenguas indígenas casi en extinción. Hecha con rocas recolectadas en el Río Uruguay y parafina que parece hielo cortante, la conmovedora instalación escultórica “Oriente”, del brasilero Marcelo Moscheta, ocupa la nave central de la hermosísima y gélida iglesia. El “Proyecto voces indígenas” es una instalación sonora colectiva que reúne una serie de múltiples voces indígena: todas, superpuestas, crean un extraño murmullo. Se trata de un trabajo de investigación realizado por más de una decena de artistas, en algunos casos asesorados por etnógrafos y antropólogos. Se escucha también la voz de la última Ona: el audio fue registrado entre 1966 y 1967 por Anne Chapman, antropóloga franco-estadounidense que realizó grabaciones de cantos y textos de la última representante de la cultura Selk’ nam Lola Kiepja, considerada chamana por su grupo.

En el anexo del banco, uno se sumerge en el tiempo del video. Allí se despliega una nueva creación: las escenas se ensamblan, interactúan, desatan nuevas lecturas, deleitan sin pausa al espectador. Los diferentes sonidos invaden el lugar. Son videos bien intensos, poéticos, bellos. Sin dudas, una de las joyitas de la bienal que no hay que perderse por nada del mundo. Hug seleccionó videos con escaso diálogo o monólogo: el espectador puede verlos en cualquier momento y encontrarse con imágenes simbólicamente potentes que capturan. Las seis grandes pantallas en simultáneo provocan una emocionante experiencia visual. “Es algo muy transitorio. Una pasaje por un universo de imágenes que se capta aleatoriamente”, comenta Hug.

Con foco en diversas temáticas sociales y de rigor formal exquisito, los videos cautivan. “On the Double Dragon Hills” del artista chino Yang Fudong y “The Column” de Adrian Paci, nacido en Albania, parecen escenas de una historia que podría leerse ensamblada. A unos pasos, la música y los tambores de la procesión del Cirio de Nazaret, en “Corda”, del artista brasilero Pablo Lobato, se mezcla con los trabajadores de “Night /2.4 Km”, uno de los videos del fantástico artista chino Chen Xiaoyun.

Después de zambullirse en el festín de video y fotografía del anexo, ya de nuevo en las calles de Montevideo, ocurre un extraño artilugio. Imposible dejar de escuchar el sonido áspero, incansable, esa fuerza al límite de lo posible que despliega aquel hombre en “Drag”, otra perla de Chen Xiaoyun. Retumba la respiración agitada por el esfuerzo inimaginable.

FICHA
Lugar:
Gran Hall – Banco República, Cerrito 351
Anexo Veltroni-Banco República, Zabala 1520
Museo de Artes Decorativas (Palacio Taranco), 25 de Mayo 376
Iglesia San Francisco de Asís, Solís 1469
Horario: martes a sábados de 10 a 17hs.

Fecha: hasta 22 de noviembre
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