Guido Minerbi

Acerca de Guido Minerbi

Nació en Buenos Aires. Estudió en la Universidad de Washington de Seattle, EE.UU. (B.A. en Periodismo y M.A. en Comunicaciones).Vivió en EE.UU. e Italia. Es artista plástico y expuso en Argentina, Bélgica e Italia. Fue coordinador de Fundación Gillette, miembro del Consejo Directivo de la Fundación Cinemateca Argentina, secretario general del XI Congreso de la Federación Mundial de Asociaciones de Amigos de los Museos y Chairman de la IPRN (International Public Relations Network). Es Director General de la consultora Minerbi/Silveira Comunicación Corporativa.

Un río con estilo

Traspasamos los límites de nuestra ciudad para ampliar nuestros horizontes y vamos más allá de las fronteras para abrirnos al mundo y descubrir otros modos de vida, culturas, costumbres, ritmos, colores, comidas, estilos…

Es por eso que los porteños nos aventuramos más allá del Riachuelo y de la General Paz para conocer el país y no quedarnos encerrados en “mi Buenos Aires querido”. Al hacerlo, sólo podemos ir en tres direcciones: Norte, Oeste y Sur. Si vamos al Este, lo más probable es que nos demos un chapuzón en el Río de la Plata.

Un recodo del Río de la Plata en Colonia del Sacramento - Foto Carmen Silveira

Un remanso del Río de la Plata en Colonia del Sacramento – Foto Carmen Silveira

Con sólo cruzarlo, nuestro estado de ánimo cambia y empezamos a ver -con otros ojos- la realidad que nos rodea y ese estilo que nos pertenece. Con esa idea nos embarcamos y en unos 40 minutos llegamos a Colonia del Sacramento para pasar un fin de semana apacible y mirar a nuestro alrededor.

Las altas murallas portuguesas encierran un pasado lusitano y otro totalmente rioplatense - Foto Carmen Silveira

Las altas murallas portuguesas encierran un pasado lusitano y otro totalmente rioplatense – Foto Carmen Silveira

En general miramos sin ver, atosigados por el stress, las preocupaciones y el tráfico humano y motorizado -siempre endiablado- de nuestra bienamada y congestionada ciudad. Fuimos a Colonia en busca de algo… ¡y lo encontramos! Habíamos estado allí muchas veces, pero a los apurones, de paso. Esta vez teníamos un plan definido: pasearíamos tranquilos, sin rumbo, por el Barrio Histórico que surge al final de la Avenida General Flores, columna vertebral de la ciudad.

En otras visitas habíamos mirado y sacado fotos, pero en el fondo no habíamos visto nada. Nos habían condicionado los folletos turísticos y las guías a nuestro alcance. En Colonia, “había que” ir en busca de los vestigios de la antigua colonia portuguesa, ejemplarmente conservados unos, ruinosos otros. Habíamos ido en busca de “lo portugués” y, en el trámite, nos habíamos privado de ver y apreciar lo demás. Esta vez fuimos en busca de algo esencial y a reencontrarnos con algo típico de ambas orillas del gran estuario, tanto de nuestro lado como en la Banda Oriental: un estilo inconfundible que inmediatamente nos hizo sentir en casa. Entrañable, nunca definido con precisión, el estilo toma prestado del gran estuario el adjetivo que lo caracteriza:  “rioplatense”.

Típica casa portuguesa con techo de tejas en el barrio histórico de ColoniaViejos vehículos imprimen un tono nostálgico a la Avenida General Flores, eje de Colonia - Foto Carmen Silveira

Típica casa portuguesa de piedra con techo de tejas en el Barrio Histórico de Colonia – Foto Carmen Silveira

Es propio de toda la cuenca del Río de la Plata. Es el estilo que perdura en San Telmo y en la Ciudad Vieja de Montevideo. En Colonia, en pocas cuadras a la redonda,  encontramos un verdadero museo arquitectónico con entrada libre que lo resume y ejemplifica. En pueblos, pequeñas y grandes ciudades de la cuenca del gran estuario los “maestros frentistas” embellecieron fachadas con  decoraciones y volutas de estuco. Agregaron macizas puertas de madera para poner un límite entre las calles adoquinadas, los zaguanes azulejados, los patios interiores -muchos con aljibes o fuentecitas y grandes macetones con malvones y geranios- los balconcitos con pasamanos de bronce lustroso,

La antigua iglesia del Barrio Histórico se refleja en una ventana con su típico balconcito - Foto Carmen Silveira

La antigua iglesia del Barrio Histórico se refleja en una ventana con su típico balconcito – Foto Carmen Silveira

Rejas de hierro forjado y cortinas al crochet suman toques rioplatenses de antaño a las casas - Foto Carmen Silveira

Rejas de hierro forjado y cortinas al crochet suman toques rioplatenses de antaño a las casas – Foto Carmen Silveira

las rejas de hierro forjado en las ventanas y umbrales con peldaños gastados de mármol blanco. Cuando no había dinero suficiente para el fino trabajo de estos artesanos, las fachadas eran más sencillas y austeras y se dejaba el ladrillo a la vista, tan rioplatense él como los estucos decorativos…

Secuencia de casas "rioplatenses" al costado de una de las plazas del barrio histórico - Foto Carmen Silveira

Secuencia de casas “rioplatenses” al costado de una de las plazas del Barrio Histórico – Foto Carmen Silveira

Hay olores rioplatenses también, especialmente en esos días húmedos, nublados y fríos de nuestros inviernos. Al olor a humedad mohosa que emana de ciertos sótanos, se suma al mediodía el olor de múltiples asados y parrilladas y no suele faltar un aroma  tan rioplatense como el estilo arquitectónico. Es un mixto de querosén quemado en innumerables hornallitas o estufas -“Primus” era la marca emblemática- sobre las cuales las amas de casa colocan aún hoy un tarrito con agua que, al evaporar, devuelve la deseable humedad al ambiente. En el tarrito agregan un abundante puñado de conitos de eucalipto que desprenden su perfume tonificante dentro y fuera de las casas.

En la Banda Oriental, donde la batata se transforma en boniato y los pibes son botijas, el eucalipto tiene su peculiaridad lingüística… La gente del pueblo cambia el “eu” por una “o”,  deja de lado la “p” superflua y lo convierte en “ocalito”. La dupla “Primus-ocalito” es inseparable del estilo rioplatense, al igual que el mate, el perfume a asado, el dulce de leche y el chimichurri.

En nuestro paseo invernal, bien abrigados como corresponde, desenfundamos las cámaras y empezamos a capturar los mejores ejemplos y detalles de la arquitectura y las atmósferas rioplatenses, pasando casi por alto “lo portugués”. Aquí y allí, integrándose al entorno, cada tanto tosían asmáticas, entrañables “cachilas” (generalmente Ford A o Ford T, Vauxhall y Morris) impulsadas por roncos motores con carraspera.

Todo es posible en Colonia: un Vauxhall de los años 30 usado como maceta - Foto Carmen Silveira

Todo es posible en Colonia: un Vauxhall de los años 30 usado como maceta – Foto Carmen Silveira

Algunos personajes, tan típicos como las “cachilas”, caminan tranquilamente gozando de las callecitas y sorteando adoquines irregulares, con su termo bajo el brazo y el mate en la mano. Cada tanto los aromas rioplatenses chocan con el humo de algún cigarrillo de tabaco muy negro que probablemente emana de ese clásico uruguayo con marquilla amarillo-cromo, los cigarrillos Oxi-Bithué, nombre mítico que nunca nos atrevimos a traducir para no afectar su exotismo.

Nuestro periplo por Colonia, que luego nos llevó a recorrer kilómetros y kilómetros de hermosas playas fluviales de arenas muy claras en dirección al Real de San Carlos, hubiera sido incompleto sin un almuerzo típico.

El restaurante Anjo Preto (Ángel Negro) uno de tantos reductos típicos de Colonia - Foto Carmen Silveira

El restaurante Anjo Preto (Ángel Negro) uno de tantos reductos típicos de Colonia – Foto Carmen Silveira

Compartimos un gigantesco “chivito al plato” para dos, acompañado por una excelente cerveza. Afuera hacía frío y desde el río soplaba una fuerte brisa, como para recordarnos la presencia del “charco” que rodea el Barrio Histórico, ubicado en una península. Para coronar nuestra exploración, faltaban dos clásicos más: un “cortado en vaso” con azúcar en terrones, acompañado por un auténtico “Postre Chajá” traído diariamente desde Paysandú, manjar histórico si los hay… Y hablando de Paysandú, recordamos que los nativos de esa preciosa ciudad ribereña tienen un insólito gentilicio. Los “sanduceros” (así se llaman), viven a orillas del Río Uruguay que, al norte de Colonia a la altura de Punta Gorda, comienza a ensancharse hasta crear el estuario que conocemos como Río de la Plata -ese río que río no es- pero que tiene estilo propio…

La humedad del río impacta sobre la pintura y produce en Colonia efectos inconfundibles - Foto Carmen Silveira

El río, artista anónimo modifica los colores con su humedad y crea efectos inconfundibles en las antiguas paredes de Colonia – Foto Carmen Silveira

Las callesitas adoquinadas conectan un pasado antiguo portugués con otro, más nuestro y rioplatense - Foto Carmen Silveira

Las callecitas adoquinadas conectan un pasado antiguo portugués con otro, más nuestro y rioplatense – Foto Carmen Silveira

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