LAS GALERIAS BUSCAN SALIR AL EXTERIOR Y PROFESIONALIZARSE
Las galerías de arte concluyeron 2013 con una evaluación negativa en lo referente a la actividad comercial y a las posibilidades de llegar al mercado internacional, aunque también con un balance positivo por las ventas efectuadas en las EGGO, las ferias organizadas por la Asociación Argentina de Galerías de Arte (AAGA).
Para los galeristas nucleados en AAGA, las enormes dificultades para promover y vender arte argentino en el exterior, en especial por los problemas cambiarios, así como la ausencia de políticas y el escaso apoyo oficial para el sector constituyen los principales obstáculos para competir en un pie de igualdad, en principio, con otros países de América Latina.
“En Brasil promover el arte del país y a sus artistas es una política de Estado que acompaña con claridad ese proceso. Todo el mundo comprende el valor del arte y tienen leyes que hacen que eso funcione”, sostuvo Patricia Moreira de AAGA.
En ese sentido, destacó que “la cancillería de Brasil subvenciona 80 por ciento de los envíos de arte, mientras que aquí, a través de algunos acuerdos con la Fundación Export.Ar se consiguen subsidios parciales, de entre 20 y 50 por ciento, nunca totales, para cubrir los costos de participación en ferias internacionales”.
En algunas oportunidades, Export.Ar invita a galeristas y coleccionistas del exterior y los pone en contacto con galerías o los llevan a visitar ferias de arte locales.
A fines de este año, Export.Ar subsidió, “casi en su totalidad, la participación de cinco galerías en una de las ferias internacionales de arte contemporáneo que se realizaron en Miami. En este caso, las galerías sólo pagaron 500 dólares cada una”, precisó Moreira, quien aclaró que las galerías subsidiadas habían sido elegidas, previamente, por los organizadores de la exposición.
Según Moreira, las diferencias con Brasil no se registran sólo en ese terreno. “Allí promueven el arte contemporáneo, pero también existe un enorme respeto por sus grandes maestros y los museos brasileños tienen permanentemente muestras y retrospectivas de sus grandes firmas”.
“Eso aquí no es frecuente, los clásicos no tiene la misma difusión y hay mucho desconocimiento. Eso también explica por qué hay pocas obras de los maestros argentinos en las subastas y sí hay muchas de artistas contemporáneos, que generalmente tienen precios más bajos”, aseguró.
En lo que hace a las subastas, el gran desarrollo que alcanzaron este año en Buenos Aires afectó de manera sustancial la actividad comercial de las galerías de arte.
“El principal problema con las subastas son los precios considerablemente bajos que manejaron este año”, dijo Moreira. “Un galerista comentaba que el año pasado le vendió a un coleccionista una obra y que este año una pintura de similares características del mismo artista se vendió en una subasta casi a la mitad del precio”.
“El galerista vendió a un precio de mercado real y el que compró lo hizo con la confianza de que estaba pagando el valor real. Que un año después en una subasta se pague la mitad por una obra similar forma parte de las cosas extrañas que están sucediendo en el mercado”, indicó.
Al referirse a la situación que están atravesando en el sector, Moreira reveló que “lo peor de esto es que hay artistas que, por necesidad, están llevando sus cuadros a subastas e, incluso, algunos galeristas urgidos por problemas económicos hacen lo mismo, de forma de conseguir la liquidez que precisan”.
Si bien la actividad de las galerías se redujo en el último año, “nos sorprendieron las ventas en las ferias EGGO, tanto en la que se hizo en Buenos Aires como en la que se realizó en Córdoba”, comentó.
De acuerdo con Morerira, “en Córdoba, que es un mercado muy retraído y cuyos compradores no suelen adquirir en la plaza local, se vendieron muchas obras con valores desde 7000 hasta 15000 pesos, mientras que la EGGO de Buenos Aires atrajo este año muchos nuevos compradores”.
Entre las acciones que lleva adelante la AAGA está la de certificar, a través de la labor de su cuerpo de peritos, las obras de artistas fallecidos.
Al ser consultada sobre ese tema, Moreira reconoció que todavía queda mucho por hacer en ese terreno, ya que hay muchas obras sin certificar. “Esto es absolutamente irónico. Si uno compra un auto le dan los papeles, si compra una casa le dan una escritura, pero si compra una obra de arte, en muchos casos, no le dan nada”.
“En ese aspecto, se está analizando la creación de un banco de datos destinado a brindar información para las certificaciones, que también incluiría datos de los artistas vivos”, adelantó.
En la Argentina también hay un gran déficit de catálogos razonados. “Esa es una carencia muy grande”, admitió. “Algo que todavía se complica más porque no todos los artistas cuidan de la misma manera su obra o, cuando fallecen, su familia o sus herederos no saben cómo conservarla. Tampoco hay nada desde el ámbito oficial que esté preparado para asistir y asesorar para la preservación de esas obras, que son parte del patrimonio cultural del país”.
En lo que hace a 2014, “la Asociación está trabajando en un objetivo central: la profesionalización de las galerías de arte, en especial en el plano económico, para que crezcan y se fortalezcan, con vistas a acceder al mercado internacional”, sostuvo.
En respuesta a una consulta sobre la agenda que impulsan los ministerios de Cultura de la Nación y de la Ciudad de Buenos Aires para el sector, Moreira respondió que no le consta que haya una discusión sobre estos temas u otros relacionados con la actividad de las galerías. “Tampoco hay políticas de acción”, afirmó.—