FUEGOS ARTIFICIALES. MERCADO INTERNACIONAL DEL ARTE

Por Viviana Muso

Bajo el signo del dólar, el mercado del arte, en particular del arte contemporáneo, atravesó 2013 tan alejado de la valoración artística como abarrotado de precios millonarios, cifras con tantos ceros como burbujas tiene el champagne con que celebran sus ganancias las grandes subastadoras internacionales.

Cuestionado desde hace tiempo por su exigua transparencia, el mercado internacional de arte goza todavía de los beneficios de una escasa regulación y de las ventajas de una distorsión creciente, al tiempo que continúa funcionando bajo la hegemonía de las dos grandes subastadoras y sus asociados.

No es una novedad que este mercado se comporta cíclicamente de manera desaforada e intrigante y que la avidez ha llevado a sus actores más destacados a mostrar grandes desprolijidades, como la venta de numerosas piezas falsas o la oferta de obras denunciadas públicamente como robadas, incluso de museos.

Si los precios exorbitantes y los records superados subasta tras subasta fueron lo más visible del año que termina, otros aspectos fueron opacados por la visión exitista que fomenta la idea de una “nueva era”, en la que el comercio del arte es y seguirá siendo inmune a las crisis económicas.

Para eludir la trampa de la información sesgada y tener elementos para una conclusión propia es útil buscar respuestas a algunas preguntas tales como quién compra, qué se vende, cómo se vende y, sobre todo, quién gana.

 

LAS NUEVAS FORTUNAS VAN POR EL ARTE

Según Forbes, en el mundo hay actualmente 1426 fortunas que superan los mil millones de dólares, de las cuales, 1200 pertenecen a ciudadanos de Estados Unidos, la región del Asia Pacífico y el continente europeo.

Sólo en China, esos multimillonarios pasaron de 113, en 2012, a 168 este año. Un dato interesante sobre todo porque corresponde a una economía en la que una corporación controlada por el gobierno tiene subsidiarias que manejan el petróleo, la venta de armas, la minería, la construcción de inmuebles y hasta las subastas de arte y antigüedades.

Precisamente, fueron los precios pagados por millonarios de China los que colocaron a los artistas de ese país entre los mejor vendidos hace dos años, superando incluso a Picasso, un clásico del ranking.

La ofensiva china, en ese sentido, consiste en sostener a algunos de sus artistas entre los 10 más cotizados del mundo, recuperar y adquirir obras en el mercado occidental y controlar rigurosamente la actividad de Christie´s y Sotheby´s, que este año comenzaron a subastar en su territorio.

Algunos países árabes, a través de las familias que los gobiernan, también han sido protagonistas de adquisiciones de arte multimillonarias.  Qatar, Arabia Saudita y los Emiratos tienen planes de inversión en distintas áreas para ampliar su actividad económica, desarrollar su red de museos, atraer turistas y ganar espacio en el plano internacional en especial en terrenos ampliamente dominados por Europa y los Estados Unidos.

Se estima que Qatar, que en 2022 será sede del Mundial de Fútbol, gastó este año entre mil y mil quinientos  millones de dólares (hay versiones que indican más) en obras de arte adquiridas en Londres y Nueva York.

Las fortunas más jóvenes se inclinan por el arte más joven. Son estos compradores, en su mayoría recién ingresados al mercado del arte, los que siguen pujando cuando los precios han pasado la barrera de los 10, los 50 o los 80 millones de dólares. A diferencia de lo que ocurría tradicionalmente, ellos se incorporan al circuito de las subastas sin transiciones y debutan pagando precios millonarios, una tendencia que ya se advirtió en 2006 y 2007, antes de la caída de 2008.

Algunos de esos compradores se caracterizan por ser inversores a corto plazo, ya que en muchos casos las obras vuelven al mercado en poco tiempo, en procura de una rentabilidad segura. Se calcula que 30 a 35 por ciento de las obras vendidas en 2013 han cambiado de mano dos veces desde 2010. Es llamativo que la rentabilidad más alta haya correspondido a las que fueron revendidas en el último año, a pesar de que, tradicionalmente, son las menos interesantes para los compradores.

Pagar 50, 80 o 100 millones de dólares en una subasta parece ser un ejercicio más de adquisición, de competencia y de especulación. Algo destinado a comprobar hasta qué punto se pueden establecer tendencias y precios absolutamente arbitrarios y, sobre todo, obtener ganancias al revender lo comprado.

 

SI ES CARO, ES GENIAL

Y todas esas maniobras encuentran una respuesta positiva en un mercado del arte en el que el talento y la maestría se adjudican en función de los precios obtenidos por las obras, independientemente de otro tipo de valoraciones.

Si es caro es genial, y no habrá muchos que se atrevan a cuestionar aquello por lo que se pagan millones. Tal como lo resumió Robert Hughes, “el mercado debe encontrar formas de vender arte mediocre o malo a precios lo suficientemente altos como para aplacar las protestas estéticas”.

Y ese es, precisamente, el tema de la pregunta “¿qué se vende?”. Mientras para algunos el auge del arte contemporáneo tiene que ver, entre otras cosas, con una  evolución del gusto que se corresponde con la actualidad, para otros lo que incrementa su demanda es la falta de oferta de obras de primer nivel de artistas impresionistas, modernos y de posguerra. Esas obras están mayormente en instituciones o en manos de coleccionistas privados que, hasta el momento, no parecen interesados en venderlas.

Es más fácil conseguir buenas obras de arte contemporáneo. Pero también es cierto que los nuevos compradores de China, Rusia y de Medio Oriente prefieren obras nuevas de artistas jóvenes, un segmento que podrán impulsar y orientar financieramente.

De ahí que el gran desafío que enfrentaron las subastadoras este año fue encontrar y ofrecer, en forma sostenida, obras de arte contemporáneo de primer nivel o interesantes para los compradores.

La búsqueda se trasladó a fundaciones necesitadas de liquidez y a coleccionistas de todo el mundo. Un verdadero cortejo en el que se embarcaron las casas líderes que pelearon obra por obra porque de eso dependía el resultado de sus ventas.

Los números dan cuenta del esfuerzo que tuvieron que realizar, ya que, a pesar de todo, una tercera parte de las obras ofrecidas en subasta en 2013 fueron creadas entre 2001 y 2010.

La competencia fue tan grande que las subastadoras ofrecieron rebajas y eximieron del pago de comisiones a quienes consignaban obras importantes. Otra práctica que se intensificó fue la de garantizar el precio de venta exigido por el propietario.

 

A AMBOS LADOS DEL MOSTRADOR

Y aquí se llega a la cuestión de cómo se vende. Cuando el mercado es conservador, las subastadoras rehúyen otorgar garantías a los vendedores, pero cuando está en alza es una práctica corriente para captar los mejores trabajos e incrementar las ganancias.

Quienes garantizan las obras -ya sean las mismas casas de subastas, otros inversores o la asociación de ambos- obtienen un porcentaje de la diferencia entre el importe garantizado y el obtenido en la venta.

Sólo en una de las últimas subastas de este año, Sotheby´s sacó a la venta obras con garantías por 206 millones de dólares, 152 de los cuales los garantizó en forma directa, mientras que el resto fue cubierto por terceros.

Por su parte, un subastador de Christie´s  informó a los asistentes a una de las ventas de noviembre que 15 de los lotes estaban garantizados, entre ellos, dos que alcanzaron precios record: “Tres estudios de Lucian Freud” de Francis Bacon, que se vendió por 142,4 millones de dólares, y  Balloon Dog (Orange) de Jeff Koons, que salió por 58,4 millones de dólares.

La casa también anunció que entre los presentes se encontraban las personas que habían cubierto las garantías de esos lotes, quienes a su vez iban a pujar por esas mismas obras.

La falta de transparencia no es el único pecado de esta práctica. En ese procedimiento se incrementan artificialmente los precios de las obras y los compradores reales resultan perjudicados.

Por otra parte, si ganan la puja, los “garantes-oferentes” tienen asegurado un premio o reducción de hasta 50 por ciento del plus obtenido sobre la garantía. Así, si la garantía es de 10 millones y la obra llega a venderse a 20, sólo pagarán 15 millones gracias al descuento que les otorgan.

Cuando el mercado se encuentra en alza la política de garantías es más agresiva. En otras palabras, es una apuesta sobre algo seguro. Aunque, en términos de mercado, la historia ha demostrado que nada es seguro. En 2008, cuando las subastadoras habían garantizado un gran porcentaje de los lotes en venta, el mercado se desplomó y tuvieron que quedarse con la mayoría de las obras.

 

TODO LO QUE PUEDE ESTALLAR, ESTALLA

La falta de transparencia también contribuye a distorsionar el nivel de ganancias que generan las inversiones en arte.

En ciertos casos, las obras son revendidas a poco tiempo de comprarlas y por un precio mucho mayor. Esta maniobra  permite “autocompras” (ya que no es obligatorio revelar la identidad del vendedor) o acuerdos de compra para adquirir las obras por un importe mucho más alto, ya que se incrementa con las pujas.

Posteriormente son donadas a instituciones, consiguiendo reducciones impositivas más grandes que las que se obtendrían por el precio que se pagó en un principio por la obra. Se llega entonces a ¿Quién gana, quién se beneficia?

En tanto, los museos, acorralados por la falta de presupuesto y dependientes de directorios que cuentan entre sus miembros a estos nuevos actores del mercado, se ven muchas veces obligados a ingresar obras que no quieren exponer, contribuyendo con eso a la instalación de nuevas “estrellas”, reforzando la distorsión y la manipulación.

Si los precios “pagados” no se corresponden con la realidad, si los records podrían no ser tales, si la información en realidad es propaganda, si lo que vemos en los museos puede ser simple promoción, vale preguntarse hasta qué punto estas prácticas del mercado no se están imponiendo al arte como tal.

Últimamente se dice que el mercado del arte cada vez tiene menos que ver con el arte. Por eso, quizá lo más importante es ir más allá de la grandilocuencia y de la lotería de números que el mercado lanza a diario. Hay que estar atentos, vacunarse contra el exitismo burbujeante y evitar el pecado del esnobismo, sobre todo, porque los fuegos artificiales ya han estallado en otras áreas.

……………………………………..

SUBASTAS : LOS 10 PRECIOS MAS ALTOS DEL ARTE CONTEMPORANEO EN 2013

|* Millonesde dólares

  1. Francis Bacon|
    “Tres estudios de Lucian Freud” 1969|
    Christie´s NY|
    Noviembre|
    142,40*
  2. Andy Warhol |
    “Silver car crash (Double disaster)” 1963|
    Sotheby´s NY|
    Noviembre|
    105,44*
  3. Jeff Koons|
    “Balloon dog (Orange) 1994-2000|
    Christie´s NY|
    Noviembre|
    58,40*
  4. Jackson Pollock|
    “Number 19,1948”, 1948|
    Christie´s NY|
    Mayo|
    58,36*
  5. Andy Warhol|
    “Coca Cola (3)” 1962|
    Christie´s NY |
    Noviembre|
    57,28*
  6. Roy Lichtenstein |
    “Woman with flowered hat” 1963|
    Christie´s NY|
    Mayo|
    56,12*
  7. Jean-Michel Basquiat|
    “Dustheads” 1982|
    Christie´s NY|
    Mayo|
    48,84 *
  8. Mark Rothko|
    “Untitled (Nro 11)” 1957|
    Christie´s NY|
    Noviembre|
    46,00*
  9. Barrett Newman|
    “Onement VI” 1953|
    Sotheby´s NY|
    Mayo|
    43,84*
  10.  Andy Warhol|
    “Four Marilyns” 1962|
    Phillips NY|
    Mayo|
    38,24*

 

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