Entrevista a SERGIO KADYSZ, Director de THE ART GALLERY
THE ART GALLERY | Uruguay 967 | CABA | ARGENTINA.
ver trayectoria de la galería>>>
Con una trayectoria de más de 20 años adquiriendo obras de arte y con un patrimonio pictórico extenso y diverso que da cuenta de la producción artística de la Argentina de los últimos 100 años, el director de The Art Gallery (TAG), Sergio Kadysz, no se siente a gusto cuando se refieren a él como coleccionista y prefiere considerarse un custodio temporal de los cuadros que posee, los cuales pone a disposición de quienes quieran conocerlos y disfrutarlos.
Las obras forman parte de la colección permanente de la galería, un espacio diferente por su concepción y su funcionamiento, ya que la principal finalidad de TAG no es vender sino “poner al alcance del público la obra de artistas conocidos, como un hecho social más que comercial”, afirma Kadysz.
No obstante, TAG también trabaja para promover a artistas y realiza muestras, en las que se pueden adquirir las obras que se exponen. Asimismo, la galería representa a reconocidos artistas (ver aparte)
Renuente a que lo llamen, o a llamarse a sí mismo, coleccionista, el director de TAG cree que “el término se usa para poder identificar a una persona, pero no está bien usado”.
-Cómo explica eso?
“Todo lo que tiene que ver con el arte en general nos supera como coleccionistas, si se puede utilizar ese término, ya que el verdadero coleccionista, al que se quiere aludir cuando se emplea esa palabra, es quien no tiene el afán de juntar obras, sino de conectarse con algo que le produzca satisfacción. Por supuesto, lo logra a través de la compra de ese bien, pero el objetivo no está en la compra, sino en la conexión con la obra, con el arte en sí mismo. No se trata de acumular, no es eso. Para mí es como una adopción y esa adopción también significa adoptar, de alguna forma, al artista y eso quiere decir que no somos dueños de las obras. Adoptamos como si fueran hijos nuestros las obras cuyo creador, su padre, es el artista. Pero, en síntesis, coleccionista es el término que se usa para que la gente te ubique dentro de determinado lugar”.
-O sea que, dentro de su concepción, las obras de arte se tienen en custodia. Adquirir una es asumir una responsabilidad de protección. Entonces, usted se considera un tenedor transitorio de las obras que posee?
“Los que poseemos obras somos albaceas, porque nosotros tenemos una vida acotada, el artista tiene una vida acotada que la obra no tiene. La obra puede perdurar en el tiempo. Nosotros cuidamos de esa obra para que su belleza también pueda ser gozada por otra gente, aunque no sea la poseedora material de ese bien”.
-Es entender la posesión como algo transitorio para producir algo trascendente, como permitir que otros tengan acceso a obras que pertenecen a patrimonios privados.
“Sí. Yo voy a morir, la obra me va a trascender. No sé quién va a ser el próximo poseedor de esa obra y tampoco me interesa. No estaré presente físicamente para saber qué ocurre, pero lo que va a quedar dentro de mí es el placer de haber compartido con alguien lo mismo que siento por esa obra. La necesidad de compartir nace del disfrute de la obra de arte. La disfruto y tengo la necesidad de que otro también la disfrute. Eso me inspira. Eso, y pensar que lo único diferente es que yo tuve la oportunidad de tenerla por la posibilidad económica de comprarla”.
-Eso es lo que lo movió a plantear TAG de esta manera atípica, con el eje más en el conocimiento y la apreciación del arte que en su comercialización? La idea de partida es acercar y compartir un patrimonio cultural privado con los demás?
“El altruismo en el ser humano consiste en saber que uno es transitorio, que está limitado por algo. Dentro de esa limitación, si uno tiene el convencimiento, si tiene esa verdad dentro, sabe que todo va a pasar, que nada permanece igual. Si hubiese muchas más personas que tuvieran este concepto habría muchas más cosas a disposición de la gente. Como esas personas que tenían enormes fortunas, inmensas pinacotecas y las donaron íntegras. Y debajo de esas obras sólo aparece una línea que, en letras pequeñas, dice quién las donó. Pero por suerte todos pensamos diferente y está la posibilidad de que cada uno pueda hacer lo que quiere con lo que tiene”.
-En cuanto a la realidad del arte en la Argentina, cómo ve la situación de los artistas que aún no están integrados al circuito comercial?
“Creo que adolecemos de un sistema más abierto de difusión de la obra artística en general. Por suerte en la Ciudad de Buenos Aires hay una gran oferta cultural en todos los órdenes, en las diferentes expresiones artísticas. Pero en lo pictórico, específicamente, cada vez hay menos porque no hay una ley de mecenazgo definida que permita que gente con posibilidades económicas pueda hacer un aporte que podría llegar a ser muy importante. En Brasil, por ejemplo, existe una política de mecenazgo para que los artistas puedan crecer. Eso es importante para promover la cultura de un país, porque primero tenemos que aprender lo interno, lo doméstico, para después poder mirar hacia afuera. Por otra parte, el artista en realidad no depende del mercado. Sacrifica muchas cosas para poder generar creación. De ahí la famosa bohemia de pintor. Pero los que tenemos capacidad económica tendríamos que ser soporte de esos artistas. Tendría que darse una simbiosis entre el artista y el mecenas, algo que el Estado no permite que se desarrolle, pone trabas, no lo facilita impositivamente, aun cuando, en términos culturales, el retorno del mecenazgo sería mucho más beneficioso”.
-En cuánto a precios, cómo le parece que está el mercado de arte en la Argentina?
“En este momento estamos sufriendo un estancamiento en ese sentido. Antes, en muchos casos, se consideraba un valor en dólares que hoy es totalmente utópico, pero la cuestión está en que antes había mayor predisposición a comprar arte, no como un refugio de inversión, sino como adquisición, para tener una obra y disfrutarla en la casa. Hoy hay otro tipo de prioridades que no son específicamente la compra de obras de arte, ya que ante la incertidumbre de lo que pueda ocurrir con la economía del país la gente hace un impasse y prioriza otro tipo de compra. He escuchado opiniones diferentes, están quienes dicen que como el dólar ha subido hay una diferencia a favor al comprar una obra. Por eso hay gente que se anima a invertir en arte, pero creo que en este tipo de situaciones el comprador es el que tiene que entender y la gente tiene temor, porque al comprar un cuadro por la firma no se puede estar seguro de que sea bueno o no. Además, si mañana tiene que venderlo y no es bueno no recuperará el dinero que invirtió. Así que hay diferentes opiniones”.
-Es un tema complejo, que se hace más complejo a medida que se intenta tratar a las obras de arte como un activo más del mercado, no?
“En el aspecto comercial es como en todos los órdenes y en distintos rubros. Si uno se compró un auto lo tiene ahí y sabe cuánto vale, pero el arte no se maneja como el resto de las cosas. No se puede saber qué puede ocurrir con el valor de una obra. A veces las galerías hacen un gran marketing de un artista que finalmente no vale tanto. Hay obras que nunca alcanzan reconocimiento. Es complejo”.
-Además, hay parámetros subjetivos, tendencias, cambios en los gustos o las modas
“Totalmente y, además, no está sólo lo subjetivo, sino también establecer el valor real de una obra, quién lo sabe, quién lo puede decir. Por lo general, el que no tiene un conocimiento acabado del arte o de los artistas y tiene ganas de comprar algo para disfrutarlo en forma personal o para invertir siempre tiene que estar asesorado por alguien que realmente entienda y que sea absolutamente sincero cuando lo aconseja”.
-No considera que si el arte es bueno, también es una buena inversión?
“Sí, pero quien lo sabe. Nosotros nos manejamos muchas veces más intuitivamente por lo que ocurre o por lo que se escucha y también es una manera de jugar a la inversión, porque no sabemos cómo nos va a ir. Por eso esto va más allá de la inversión. Hay que tener una conexión con la obra independientemente del valor que tiene. Si esa conexión existe y si la obra es buena, doblemente bueno. Pero si no fue una buena inversión me quedo con el placer de tener la obra que quería”.
-Podría funcionar un fondo de inversión en arte en la Argentina
“Este mercado no es tan grande como para generar un fondo de inversión. Además, creo que la gente que compra obras también tiene sus momentos económicos. Hay años que invierte en comprar arte y años que invierte en otras cosas, de acuerdo con el movimiento de la economía en general. Se va ajustando a cada momento específico: si la época no está bien, deja de comprar, y si la época está bien y le sobra dinero compra arte. Es en general como funciona todo”.
-No cree que un fondo podría contribuir a que muchos artistas encuentren el soporte económico que necesitan?
“Sí, pero habría que ver quiénes son esos artistas, si se considerarían todos los artistas. Un fondo de inversión se caracteriza por no tener sólo los mejores artistas, tiene que empezar a mezclar con otros a los que se les puede ver un futuro. Se incluye todo y se hace un promedio, como se hace con las acciones de las empresas, aunque con las obras de arte es más difícil, porque las variables son más complejas, no es como ver el balance de una empresa y decir si va a tener futuro o no. Hay artistas que cotizan más porque han fallecido, otros que hay que esperar cuatro o cinco años para ver cómo evolucionan, artistas que se pueden enfermar y no producen, otros que su obra decayó después de haber tenido éxito. En todo fondo hay un porcentaje que se compra a riesgo porque eso permite elevar la utilidad, ya que a menos riesgo, menos utilidad. Por eso habría que tener alguien entendido, que tiene que saber muchísimo, estar en la cresta de la ola, para ver qué conviene comprar de los que vienen empujando de abajo, que quieren crecer, y para ver como incrementar la cotización de los que ya están arriba, porque un fondo tiene que tener una buena rentabilidad, de lo contrario no es atractivo”.
-Qué pasa hoy con los precios de las obras? Cómo están influyendo las subastas?
“Muchas galerías han cerrado y se han convertido en casas de subasta. Las casas importantes de subastas de arte que había hasta hace unos años en la Argentina no eran más de cinco o seis. Hoy son más de 10 y las que se han incorporado son galerías que han cerrado y se han convertido en subastadoras. Los valores en las subastas son bajos, pero también la calidad de la obra ofrecida es baja. No hay obras interesantes que conmuevan al coleccionista o al que realmente conoce de arte y quiere comprar algo importante. Pueden salir una o dos obras por subasta, que son las que a veces ponen como tapa de catálogo. La oferta se corresponde con los precios que se pagan. Las obras que se venden a precios muy bajos no son compradas a los artistas, sino tomada o comprada a gente que se quiere deshacer de ellas, por ejemplo, porque la recibió en herencia y no las quieren, entonces la tasación para mejorar las posibilidades de venta es baja”.
-Usted cree que la desaparición de las galerías tiene que ver con el surgimiento de las subastas?
“Por supuesto. El criterio del que va a comprar en subasta siempre es que va a comprar más barato que si tiene que comprar donde razonablemente tiene que comprar. Es lo mismo que el que compra una propiedad en una subasta en vez de hacerlo en una inmobiliaria. En la inmobiliaria sabe que tiene que pagar el precio de mercado y en la subasta, aunque pague lo mismo que pagaría en una inmobiliaria, piensa que hizo un gran negocio. Este es un concepto de toda la vida, no sólo tiene que ver con el arte”.
-Cómo se encuentran hoy la demanda y los precios de los clásicos argentinos?
“Hoy en general toda la obra ha bajado en relación con lo que valía antes. A menos que haya una obra muy específica, que aparezca un (Horacio) Butler de la mejor época, un (Lino Enea) Spilimbergo de la serie de las terrazas, obras que aparecen una cada tanto y difícilmente en las subastas. El que tiene una obra realmente valiosa no la larga porque sabe que no le van a dar lo que en verdad vale. No en este momento. Cuando estaba el 1 a 1 había mucha obra buena en el mercado por qué, porque un dólar era un peso, entonces el valor de la obra tenía una consistencia, porque había una estabilidad económica. En cuanto a la demanda de los clásicos, la baja tiene que ver con que los coleccionistas nos ponemos más viejos. La gente que compraba los clásicos va desapareciendo o está muy grande para comprar, a menos que aparezca algo muy puntual. Los que compran hoy vienen con recomendaciones sobre qué adquirir y, en los últimos dos o tres años, el gran boom fue el arte concreto, geométrico. Es otro público. De cualquier manera, un Spilimbergo va a valer siempre, igual que un Berni. Para todas las épocas y para todas las generaciones. Otras obras pueden caer con el tiempo, pero el clásico pesado, ése va a valer siempre. No te vas a equivocar si compras”.
…………………………………..
Desde 2001, cuando Sergio Kadysz decidió dejar sus actividades habituales para dedicarse por completo a lo que más lo entusiasma, el arte, no ha dejado de indagar, conocer e impulsar a artistas y sus obras, así como de organizar exhibiciones de la colección permanente de la su galería y de los artistas que representa.
Recientemente, TAG inauguró la muestra pictórica de Sameer Makarius, con obras nunca antes vistas y en noviembre abrirá la de las esculturas en madera de Jardiel Valente, quien nació en Hanoi, se formó en Japón y actualmente reside en la Argentina. Para 2014, y tras el receso de verano, Kadysz tiene previsto reanudar las actividades hacia marzo o abril con la primera muestra del año y con la realización de la segunda convocatoria del concurso bienal de pintura que, en su primera edición en 2009, convocó a más de 150 artistas de todo el país.