ARTE, MENTIRAS Y ROBO: LA LARGA HISTORIA DE UN PEQUEÑO RENOIR

por Viviana Muso

Un juez federal de los Estados Unidos deberá decidir quién es el legítimo propietario de un pequeño óleo de Pierre-Auguste Renoir, que habría sido comprado hace dos años por siete dólares en una venta de garaje, aunque hay documentos que indican que fue robado al Museo de Arte de Baltimore en 1951.

La historia que conmocionó en 2012 el mundo artístico y a los buscadores de tesoros se fue convirtiendo, con el paso del tiempo y con nueva información, en una trama de contradicciones, mentiras y decepciones.

El año pasado, una ex profesora de Lovettsville, Virginia, Martha Fuqua, solicitó a una subastadora la tasación de un pequeño cuadro que, según dijo, estaba en una caja que había comprado en 2009 en una venta de garaje, aunque después aseguró que había sido en un mercado de pulgas vecino.

La pintura fue identificada como “Paysage Bords de Seine” (Paisaje de las orillas del Sena), un óleo de 10 por 25 centímetros, realizado por Renoir en 1879 que luego fue adquirida por la galería Bernheim-Jeune, de Francia, registrada detalladamente en un catálogo y vendida en 1925 a un coleccionista de Estados Unidos.

Tras confirmar que se trataba de un Renoir, Fuqua –que en principio sólo quería ser identificada como “la chica Renoir”- recibió una oferta para subastar el cuadro, con una estimación de venta inicial de 75 mil  a 100 mil dólares.

Cuando todo se combinaba para alentar la romántica idea de que la fortuna había estado escondida entre juguetes viejos y baratijas en una caja comprada por siete dólares, la realidad se hizo presente con un equipo del FBI que incautó la obra.

La evaluación realizada por expertos para el FBI estableció que la obra fue pintada sobre una servilleta de lino, en un restaurante que se hallaba junto al río, y que habría sido regalado por Renoir a una de sus modelos.

Por otra parte, el FBI también localizó la denuncia por el robo efectuada por el Museo de Baltimore en 1951 y los documentos sobre el cobro, por parte de esa institución, de un seguro por 2.500 dólares.

Para sumar otra arista al problema, la aseguradora se presentó argumentando que la obra le pertenece, ya que el seguro fue pagado. El FBI, entonces, solicitó la intervención de la justicia para que determine a quién le pertenece, ya que hasta el momento no se ha determinado qué pasó entre el robo al museo y la reciente aparición del Renoir.

Mientras la compradora continuaba presentándose como una persona sin conocimientos sobre arte, que había encontrado algo muy valioso sin saberlo (a pesar de que en el marco del cuadro la inscripción en bronce dice “Renoir”), algunos comerciantes y galeristas comentaban públicamente que ella les había ofrecido la obra años antes, asegurando que se trataba de un herencia familiar.

En tanto su hermano, declaraba a la prensa que el cuadro llevaba más de 50 años en la casa paterna, para después retractarse y sostener que se había equivocado.

Un artículo de The Washington Post contribuyó a incrementar las dudas sobre la procedencia del Renoir. La nota señalaba que la madre de Fuqua, una mujer de 84 años, había tenido durante más de 20 años una escuela de arte y que se especializaba en la reproducción de pinturas de Renoir y otros maestros.

The Washington Post  destacaba que la madre de Fuqua se había graduado en la escuela de Bellas Artes de Baltimore en 1952, y que, en 1957,  cuando logró una maestría cuya tesis se centró en el análisis de un retrato de Renoir, se hallaba muy vinculada con los medios artísticos de esa ciudad.

En ese contexto, la tasación del Renoir descendió a 22 mil dólares. Los especialistas lo explican tanto porque la presunción de robo le resta valor para los coleccionistas, como porque las obras de Renoir, así como las de los impresionistas en general, han caído debido al desinterés de los compradores en los últimos tiempos

A pesar de que Fuqua insiste en ser tratada como “propietario inocente”, tal como lo describe la ley federal de Estados Unidos  para aquellos compradores que no tenían motivos para pensar que la obra que adquirían podría haber sido robada o pasible de decomiso, el FBI continúa con la investigación y se espera el fallo del juez para ver a quién se le concede los derechos de propiedad sobre el Renoir.

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