El arte que florece en el hielo, por Axel Ventura.

Una visita al norte de Noruega enseñó a este cronista cómo ni la distancia ni los inviernos rigurosos desaniman la actividad artístico-cultural de una pequeña urbe alejada de todo. Relato de una visita maratónica por los centros culturales de una ciudad polar.

Tromsø

Llegando a la ciudad de Tromsø no tenía imagen preconcebida que excediera la esperanza de ver las mentadas auroras boreales. Sí sospechaba que la mayoría de los estereotipos noruegos (frío, nieve, montañas) serían válidos, e imaginaba que la simple latitud supondría aquella desolación melancólica típica de cierta Argentina no urbana, en parte por el hecho de que la ciudad no es alcanzable por el sistema de vías férreas. Como fuere, no me esperaba en absoluto la escena artística activa y floreciente con que me topé y que en dos días no terminé de visitar.

Empecé el recorrido yendo a ver la colección de obras realizadas a partir de mediados del siglo XIX que alberga el Nordnorsk Kunstmuseum (Museo de Arte de Noruega del Norte). El repertorio propone un paseo por la historia del arte local, desde un romanticismo pictórico cercano a Friedrich hasta una producción contemporánea eminentemente textil, pasando por un modernismo de sabor autóctono. En esta compilación estrictamente norescandinava, en que siquiera Munch figura, unas pocas pinturas del inglés David Hockney aportan el único elemento extranjero. También pude ver la muestra de arte textil contemporáneo Tech-Stiles en la planta baja, reservada a exhibiciones temporales. Admito que la obra realizada partir de tejidos (gran vedette de las secciones permanente y temporaria) me remite demasiado al mundo de la indumentaria, y sólo las pinturas redimieron a una colección que hubiese podido resultarme algo pacata. Aunque de haberlo sido, el impecable montaje lo hubiera disimulado bien. Lo cual, junto a una agenda sorprendentemente nutrida, hacen de esta ex oficina de correo un espacio con condiciones de exhibición de nivel internacional en que cualquier artista, creo, se sentiría más que orgulloso de exponer.

Nordnorsk Kunstmuseum

El segundo lugar que me propuse visitar fue la Tromsø Kunstforening (galería de arte contemporáneo). Desafortunadamente no estaba abierta, pero al golpear el portón me abrió quien resultó ser el artista Sigbjørn Bratlie, que me explicó que la galería había cerrado unos días por cuestiones de montaje. Él se encontraba justamente preparando la sala en que expondría su obra, en el contexto de la exposición colectiva Polart 2013. Esta iniciativa envía periódicamente artistas en expediciones polares para “ver qué sucede cuando el atelier se cambia por un navío de investigación”. Bratile me confió que su obra consistía en una asociación ficticia para la difusión de información sobre el Polo Norte, y hasta tuvo la gentileza de permitirme fotografiarlo en pleno montaje. En otro piso se estaba montando una instalación de la célebre israelí Sigalit Landau, que lamentablemente no pude visitar. Sin embargo, el intercambio con Bratile bastó para que me sienta satisfecho con la jornada, que di oficialmente por terminada cuando, caído el sol hacía horas, el termómetro alcanzó los -10°C.

Sigbjørn Bratlie en la Tromsø Kunstforening

Tromsø Kunstforening

A la mañana siguiente mi primer destino fue la galería Small Projects, donde podía verse la instalación site-specific Inverted Space del escocés Rory Middleton. La obra se vale de las nociones sobre la utilización de la naturaleza en el arte propuestas por el arquitecto canadiense Arthur Erikson (1924-2009), y supuso una importante alteración física del espacio. Dispersa entre ambas salas de la galería, incluye una auténtica laguna en medio de la galería que estimula la reverberación de imágenes y sonidos.

Rory Middleton Inverted Space 2012

Luego de una pausa impuesta por las condiciones climáticas (¡la combinación de frío y oscuridad es impresionantemente desgastante!) caminé hasta el Perspektivet Museum, espacio dedicado a la fotografía.

Perspektivet Museum

En los pisos superiores podían verse las exposiciones KLIKK!, que acerca retratos de varias generaciones de habitantes de Tromsø, y The Russian Current, que ilustra los lasos que unen a un grupo de marineros rusos a la ciudad. Sin embargo el plato fuerte esperaba en la planta baja, donde el fotógrafo inglés Zed Nelson propone una mirada incisiva sobre el culto a la apariencia física a través de la muestra Love Me. Sin ahorrar en detalles morbosos, Nelson adentra a su audiencia en el mundo de la vanidad, cristalizada en fenómenos culturales como la cirugía estética, el fisicoculturismo o los concursos de belleza.

Zed Nelson Christopher, 22 años. Depilación pectoral con cera. J. Sister’s salon. New York, USA

Zed Nelson Katie, 9 años. Ganadora. Universal Royalty Texas State Pageant. Texas, USA

Se hacían las 17 y tanto la galería, los demás espacios de exposición y la mayoría de los comercios de la ciudad empezaban a cerrar. Aun me quedaban algunos destinos pendientes, como la Troms flykeskultursenter (donde artistas internacionales realizan residencias periódicamente), y lamenté no llegar unos días después para participar del Tromsø Internasjonale Filmfestival, el Festival de Cine Internacional. Pero mi vuelo salía a la mañana siguiente, y seguir aprovechando mi estadía supuso empezar a mirar un poco menos las paredes de los museos y un poco más hacia arriba.

Los preconceptos se caracterizan porque a menudo se desmoronan cuando aquello que es estereotipado se conoce en persona. A mí el mal tiempo me impidió ver las auroras boreales. Sin embargo, pude conocer un costado de esta ciudad polar que confirma la noción que en cierta medida explica porqué Noruega es considerado uno de los países con mejor calidad de vida. En un hábitat perfectamente adaptado para soportar condiciones climáticas extremas, los noruegos hacen gala de su amor por la convivencia pacífica y el buen vivir, plasmados en parte en proyectos artístico-culturales de una ambición inusitada para esta alejada región del mundo. Aunque es innegable que la prosperidad económica es condición para que esto pueda existir, desde hace tiempo sabemos que, como afirmaba Oscar Wilde, todo arte es esencialmente inútil, en el sentido de que no sirve a fines prácticos. Luego de este viaje no pude evitar preguntarme: ¿Qué lugar ocupa la cultura en las zonas económicamente florecientes de nuestro país alejadas de las grandes urbes? Seguramente exista un sinnúmero de razones de orden histórico, político, económico y cultural que expliquen las asimetrías con respecto al norte de Europa. Pero no anulan la constatación de que dichas diferencias existen, ni impiden afirmar que Noruega, y específicamente la comunidad de Tromsø, constituyen un verdadero ejemplo a imitar en materia de gestión cultural.

© J.H Wennberg/PEM Trabajadores y oficiales en los astilleros de Tromsø 1935

David Hockney Sol de medianoche 2003

Hilde Hauan Johnsen (Tech-Stiles) 01001-110 Effluxus 2012

Stuart Frost Tronco 1992

 

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Axel Ventura
[email protected]
http://www.axelventura.com/

Oriundo de Buenos Aires, estudió la carrera de Artes Visuales en el IUNA. Cursó estudios en la universidad Panthéon-Sorbonne y en NYU. Luego de un período de experimentación con el medio audiovisual, desde hace un tiempo redescubre sus raíces creativas en las disciplinas del dibujo y la pintura. Su curiosidad por la dimensión teórica del arte lo llevó a interesante también en la crítica. Actualmente vive y estudia en Nueva York.

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