Territorios y Alteridades, Fernando Cocchi

Acerca de Territorios y Alteridades, Fernando Cocchi

Fernando Cocchi nació en Los Toldos, en 1986. Es escritor e investigador. Realizó estudios de Crítica e Historia del Arte. Sus trabajos de investigación fueron presentados en el 2° Congreso Internacional de Gestión Cultural, Mar del Plata 2011; en las Jornadas Internacionales de Investigación en Arte en la Universidad Nacional de La Plata en noviembre de 2011; en el Taller para Jóvenes Investigadores en Problemáticas Regionales, Sociales e Históricas, Lujan 2011; en las 1° jornadas de la Asociación Argentina de Conservadores y Restauradores (ASACOR) Buenos Aires 2012. En 2011 presentó la exposición Antonio Magliano en Los Toldos, territorio construido. Su trabajó fue difundido en revistas como Caras y Caretas, Revista Rumbos y diario Crítica. Contacto: [email protected]

Antonio Magliano en Los Toldos, Territorio construido.

Por Fernando Cocchi

Radares en la periferia. El caso de Antonio Magliano (Alberti, 31 de marzo de 1896 – Los Toldos, 21 de octubre de 1967)

El 21 de octubre se cumplen 45 años del fallecimiento de Antonio Magliano Pero, ¿Quién fue? A fin de cuentas, un artista fundamental del noroeste bonaerense.

Magliano en Bragado_Juan Giannini, fotografo.

Antonio Magliano es sin lugar a duda de la prolífera comunidad artística de la ciudad de Los Toldos, en la provincia de Buenos Aires, uno de los precursores más significativos. Hay en él una profusa oficiosidad en la construcción cultural de la ciudad y un rotundo pronunciamiento en la formación preliminar de las Artes Plásticas. La laboriosidad y evolución que significó su participación en los procesos culturales y de transformación social fue categórica, por lo que resulta absurdo recordar y delimitar su intervención como simple pintor o decorador. Desde su llegada a la ciudad tuvo una valiosa intervención en la procesión hacia un estado cultural activo y, principalmente, en el proceso que acabó en el establecimiento de las Bellas Artes como un nuevo medio de expresión y reflexión. La construcción del altar para el Congreso Eucarístico de 1934; la intención de establecer una escuela de bellas artes en Los Toldos en 1944 en conjunto con el comisionado Eduardo Martínez Boero; la creación del escudo que distingue la ciudad del resto de las localidades bonaerenses (1946) o su primera exposición individual (1950), que fue la primera, exclusivamente de arte realizada en la ciudad, son algunas de las intervenciones fundamentales para ese camino institucional del arte.

Magliano nació el 31 de marzo de 1886 en la ciudad de Alberti, provincia de Buenos Aires, casi diez años después de su fundación y murió en Los Toldos el 21 de octubre de 1967. Hacia 1917 llega a la ciudad apostándose en el seno de la familia de Francisco Gorlino confiado como inquilino por Manuel Rempell, un antiguo juguetero de la ciudad. La casa aún se encuentra ubicada en el centro de la ciudad, frente a la plaza principal y la Iglesia parroquial. Desde los primeros años en la ciudad Magliano produjo obra acérrimamente en el soporte que se le presentase. Maderas, telas, papeles y, naturalmente, muros. Trabajó en conjunto y referenciado por lo arquitectos Ferrari, la familia de maestros de obras y los ebanistas Garrigós y Palumbo durante el tiempo que profesó de pintor de oficio junto a Adolfo Juan Gorlino, hijo mayor de la familia. Especialmente, la pintura como servicio, fue un medio de vida, pero al mismo tiempo procuró ser un nexo o acaso, el camino para llegar a producir las obras murales como artefacto ornamental. La característica fundamental de las obras que Magliano emplazó en los más de treinta hogares donde trabajó, radica en la circunstancia previa a la producción. El antecedente inmediato de cada mural son trabajos referidos a la pintura de oficio: la pintura en aberturas, puertas y ventanas, la puesta en valor de muebles. Así el mural, quizá como proyecto, sea una consecuencia directa de este servicio y por el cual no obtuvo retribuciones económicas directas. A fin de cuentas Magliano solo cobró $ 2100 moneda nacional por un solo trabajo como muralista en el techo del Teatro de la Sociedad Española en 1931. Lo cierto es que penetró un campo aún más amplio que la pintura de oficio. Realizó trabajos de diseñador, ebanista y carrocero. Firmas comerciales de la localidad como Zapatería Sastre, Sosa y Faliba, incluso algunos de la zona, en su mayoría consignatarias de hacienda, le encomendaban la realización de carteles y marquesinas para sus comercios.

El caso de Antonio Magliano es una reflexión sobre la revalidación de algunos aspectos de la cultural en la ciudad Los Toldos. Magliano, fundamentalmente fue un pintor de oficio, pero con la particularidad de haber construido una obra monumental única. El devenir de los tiempos, la modernización de los hogares y los avatares del tiempo han derivado en la lamentable destrucción de muchas de las obras, en la demolición y en el olvido displicente. El plan de la revalorización de la obra mural, no sólo tiende a preservar su obra, de la misma manera intenta conferir mecanismos de interpretación del pasado y conciencia preservacionista de los bienes culturales en todos los grupos sociales de la ciudad, teniendo en cuenta el rol fundamental que juega el patrimonio en la reproducción social de las diferencias y sobre las dificultades para la identificación con el patrimonio por parte de la población. Diferencias y desinterés que son vistos como producto ya no de la ignorancia o de una falencia en el reconocimiento, si no de las condiciones desiguales en las que se constituye los bienes culturales y los discursos que se entablan junto a él en modo interpretativo y de circulación.

Antonio Magliano en Los Toldos, Territorio construido. Este es el título de la exposición restropectiva que se llevó a cabo en mayo de 2011 en el Museo de Arte e Historia de General Viamonte. Un cúmulo de herramientas que permitieron pensar la configuración del sistema del arte en las Los Toldos, a partir de un relato que proyectara un puente desde dónde enlazar el proceso de admisión del Arte en la ciudad. Fue un intento destinado a dilucidar el momento en que el Arte, como manifestación del espíritu del hombre y su proyección en la vida de las sociedades, surgió en Los Toldos. O para más rigor, la emergencia de pensar el umbral de la formación de una comunidad preocupada por los asuntos del arte. En este sentido, la conformación de la ciudad de Los Toldos tenía una clara referencia a la Europa de finales del siglo XVIII cuya evolución miraba constantemente. La radicación de colonias españolas e italianas y la melancolía de la patria lejana, el nuevo terruño ajeno y extraño, tal vez sea el relato que aproxime la necesidad y, naturalmente, la posibilidad de emplazar ese tipo de producción en la ciudad. Un muralismo europeizante, desprovisto del compromiso social que apaleaban los murales mexicano y que sólo atendía cuestiones estéticas y temáticas de un periodo que los grandes centros del arte ya habían dejado atrás y que prefería el interior de los hogares, salas de estar, zaguanes y habitaciones para ser emplazados. Ligado a la arquitectura y a la ornamentación, los murales abarcan principalmente las salas centrales, halls y porches, zaguanes, canceles y dinteles.

La producción de Magliano se sitúa en un periodo de vaguedad y discusión sobre la imagen artística de la nación. Por entonces, entre 1915 y 1925, existió un renovado interés por las Artes Aplicadas a través del Salón Nacional de Arte (1911) y la creación de la Sociedad Nacional de Arte Decorativo (1918). Al término “decorativo” se le anexaban, como señala Graciela Scocco, calificativos que determinaban las diferentes categorías que formaban parte de las llamadas “Artes Menores”. Al muralismo se lo aludía como “Arte aplicado a la pintura”, al igual que la pintura en tejido, el panneaux, abanicos, etcétera. El caso de la producción de Magliano se convierte en una estructura ambigua que por un lado permite comprender cómo se consolida el programa pictórico en las periferias y por otro, logra una interpretación antropológica de estos programas. Así la antropología es una disciplina que se detiene en las fases interpretativas de las movilizaciones sociales respecto de los actos culturales y puede suponer que la obra de Magliano sea una fuente de información sobre la configuración social de la época. Considero que un análisis sobre la invención del Patrimonio como una materialidad asociada a un estado de continuidad social, donde se admite una revisión de la memoria y las tradiciones culturales, anuncia elementos de la vida cotidiana que retornan hacia nosotros y sobreviene una necesidad de reflexión, un programa de reorganización y, fundamentalmente, un proceso de resignificación. Así la historia crea un campo de disputa donde los diferentes grupos sociales pelean por un programa histórico que configure su identidad y contingencia. La pregunta fundamental es si verdaderamente existe la necesidad de afirmar la identidad cultural cimentada en Los Toldos, si acaso es fundamental una reconstrucción social y cultural de nuestro medio que permita pensar y reinterpretar desde el pasado la lenta construcción de los futuros.

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