
Christian Vitry es el arqueólogo argentino, investigador y autoridad científica del Museo de Arqueología de Alta Montaña ( MAAM), que más sabe sobre la fiesta de la Capacocha o fiesta de los sacrificios: un antiguo ritual sacrificial en honor del Inti Raymi de los incas, que dejó su ancestral vestigio hace mas de 500 años -poco antes de la llegada de los españoles a América-, en la base del volcán de Llullaillaco a 6.723 msnm, cuando hace diez años se descubrieron al mundo los tres cuerpos que estaban enterrados (con su ajuar íntegro y a un metro y medio bajo tierra), tiernamente cobijados en sendas bóvedas especialmente construidas, para que mediaran desde allí, por su comunidad, ante los dioses que habitan el cielo.
Vitry bajó a Buenos Aires desde su Salta natal, para presentar la tercera edición de su libro El Nevado de Cachi”, dio una conferencia sobre el tema en el auditorio de la Casa de Salta y dialogó más de una hora con “Apariciones”, sobre aquel descubrimiento de incalculable valor arqueológico y antropológico del que no quiso participar, porque consideró innecesario e imprudente retirar los dos niños y la doncella de la montaña, en plena puna de la Argentina. Entonces, se retiró de la expedición que comandaba el doctor Johan Reinhard para el National Geographic, y mantuvo silencio y cautela sobre el hallazgo que hoy sigue siendo un asombro para el mundo científico internacional por la calidad y el perfecto estado de conservación en que se encuentran los tejidos, órganos internos, músculos y huesos de la Doncella, el Niño y la Niña del Rayo.

Estructura doble en la cumbre
Con el correr de los años, el entrevistado que hoy dirige el área científica del museo que se construyó especialmente en la capital salteña para investigar y exhibir las mal llamadas “momias”, conocidas como “los Niños de Llullaillaco” fue cambiando la perspectiva de su visión de los hechos.
Aclara que hoy la exhibición de los cuerpos no le provoca el conflicto que sufrió al principio y si bien “hay mucha gente que siempre reclama ver la cara y el cuerpo de un inca clásico, yo pienso que no hace falta exponerlos todo el tiempo a la curiosidad y al morbo del público. Pero sí estoy de acuerdo en que las comunidades originarias y sus caciques, que veneran en estas tres figuras sagradas la espiritualidad del alma humana (representada por los ancestros de la montaña), tengan acceso a ritualizarlos, en ocasión de una festividad inca o cuando ellos lo requieran “.
Hoy, con su vasta experiencia en el campo de la ciencia y la investigación Christian Vitry se ha convertido en centinela y custodio indiscutido de las tres piezas arqueológicas que guarda el MAAM y que sorprenden al mundo entero, en cada visita a su cede en Salta capital.

Camino de Cachi
La obra que vino a presentar es un detallado resumen de las expediciones que durante más de diez años el andinista realizó al Nevado de Cachi, para identificar nueve picos principales (dos cumbres con pircado y cinco más, donde se encontraron restos arqueológicos y plataformas rituales para ofrendas prehispánicas de indudable valor simbólico ceremonial), en un área de nieves eternas. La obra incluye un relevamiento histórico de la zona y una exhaustiva descripción geográfica del paisaje de montaña.